Disfrutando de SolMadrid

A pesar del asfixiante verano madrileño, ya estamos trabajando en la finca y disfrutando de lo que tiene ese maravilloso entorno para ofrecernos.

Hemos despejado de malas hierbas una parcela de terreno de unos 400m2 que nos pareció apropiada para establecer nuestro “cuartel general”. Estamos amontonando los residuos vegetales producidos en esta operación (mayormente lavandas y retamas), para degradarlos y reutilizarlos como compost en la huerta. Ayer mismo llevamos e instalamos la compostera, y todo el residuo orgánico de casa, que habíamos juntado en las últimas semanas.
Una labor que no implica demasiado esfuerzo y resulta bastante entretenida, es la recogida de cartuchos de escopeta servidos, que los cazadores han venido arrojando por toda la finca. En una superficie relativamente pequeña, en pocos minutos se pueden levantar cientos. Esta tarea acaba resultando un ejercicio suave pero efectivo que, a diferencia de las máquinas de gimnasia, hace trabajar toda la musculatura corporal, mientras se disfruta del sol y el maravilloso entorno natural. Tendré que pasar por el ayuntamiento a ver si esta finca está inscripta como parte del coto de caza municipal y, de ser así, darla de baja. Esta es una de las razones por las que consideramos importante mejorar la privacidad: no me causaría ninguna gracia que, estando yo en mi propiedad, tenga que enfrentarme con una persona portando un arma de fuego, que casualmente pasaba por allí.

En cuanto disponga de una mañana libre me acercaré al ayuntamiento para tramitar la licencia para cercar la finca. Además estamos tramitando el alquiler de un GPS de precisión para determinar fehacientemente las lindes y poder realizar ese cercado correctamente.

Ya está bastante avanzada la construcción de la “caseta de obra” que nos permitirá dejar allí los materiales y herramientas necesarios para realizar esas tareas, además de los enseres necesarios para disfrutar del sitio con mayor comodidad, como mesas y sillas. Incluso (veré si me animo) pasar la noche allí.
Mientras tanto, luego de una mañana de trabajo duro y mucho ejercicio físico, a la hora de comer, nos acercamos al río y almorzamos mitigando el calor con las frescas y cristalinas aguas del Alberche ¡Muy relajante!
 Saludos

Pablo